domingo, 3 de mayo de 2015

SOBRE LA EDUCACIÓN SEXUAL O AFECTIVO-SEXUAL

Dirigido a Mons. José Ignacio Munilla, y a Begoña Ruiz Pereda (Seglar consagrada), sobre su libro SEXO con alma y cuerpo.
Dice en su prologo:
“Si la Iglesia en el momento presente está intentando hacer un esfuerzo extra en sus centros de orientación familiar, colegios, asociaciones juveniles, etc., para educar a los jóvenes en la visión de la afectividad y la sexualidad, no es tanto porque se trate de un cometido específico de la Iglesia, como por salir a dar respuesta a una de las carencias más graves de nuestra sociedad. En efecto, la gran mayoría de los cursos de educación afectivo-sexual que se imparten en la red de enseñanza pública (a veces incluso en la privada), son abiertamente antinaturales, por haber asumido la ideología de género. Su meta se reduce al llamado “sexo seguro”, es decir, a la enseñanza de la “practica” del sexo, sin riesgo aparente de embarazos ni de enfermedades de transmisión sexual. En realidad,  no  ofrecen una educación sexual, sino una mera enseñanza de la práctica genital. Es como si nos diesen un cursillo de cómo conducir un coche, sin enseñarnos las nociones del Código de Circulación, y sin que supiésemos a dónde poder dirigirnos con él”.

Es lamentable que se nos siga metiendo en el mismo saco a los educadores sexuales. Desde la perspectiva de la Sexología Sustantiva, venimos denunciando la ausencia de educación en este campo en todas las áreas educativas,  y que cuando se imparte, muchos lo hacen desde el intrusismo más descarado. 
Mi línea formativa, se basa en la educación sexual o como quieran llamarla, básicamente es sexualidad en valores, como el respeto a los otros, la responsabilidad en la toma de decisiones, o sea, en no apresurarse si no se está preparado madurativamente. Saber que la sexualidad no solo es lo que se hace con los genitales, si no, que hay mucho más en juego: no solo es fuente de placer, sino, de afectos, de sentimientos, emociones. Hablamos de relaciones sexuadas, que puede ser, abrazos, besos, caricias, en fin…, un amplio mapa de posibilidades, siempre en función de lo que cada persona entienda como tal. Por eso nos ajustamos a lo que saben, quieren saber y lo que deben saber. Esto incluye, aclarar las desinformaciones bien de la industria mediática, o de los grupos de amistad, que es lo más frecuente. En definitiva, aliviar a estos jóvenes de la pesada losa de la culpa.
 Hay tanto de qué hablar, que casi nunca nos da tiempo para hablarles de condones. Rechazamos el modelo prohibitivo-preventivo, y apostamos por un modelo comprensivo, e incluso promocional de una sexualidad sana y responsable.
 Y por supuesto, claro que en el respeto está aceptar la diversidad de género o sexual, o como quieran, porque no somos normativos. ¿Quien está en la norma? ¿Qué es ser normal?¿Quién traza los límites de la normalidad? En definitiva, no hablamos de sexualidad, si no de sexualidades, porque forman parte de las vivencias de cada chico o chica. Respetamos las ideologías socioculturales y religiosas, por supuesto. Así es que, desde el respeto que me merece su aportación a la complejidad sexual, no me parece justo que se nos excluya de este campo, sin conocer cuál es nuestro modelo educativo.

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