Antes de nada es
necesario conceptualizar el deseo, pues suele confundirse con otras acepciones:
libido (Freud,Jung), como energía pulsional apetitiva; pero es frecuente
confundir deseo con apetito sexual, excitación o ganas de mantener relaciones
sexuales.El deseo se refiere al campo en el cual gravitan los sujetos que se
atraen, buscan y encuentran. Deseante y deseado (deseador), y ambos configuran
su peculiar forma de interaccionar eróticamente.
Conceptualizar el
deseo, como inicio, detonante de todo el proceso en la respuesta sexual; sería
el soporte de la sexualidad individual y que dará pie a la interacción erótica.
Un verdadero catalizador del proceso. Si tengo hambre como; sin sueño no
duermo; sin deseo no hay ganas de interaccionar eróticamente porque no hay atracción hacia el otro, pero eso no impide que el encuentro sexual se produzca. Puedo comer sin
tener hambre como tener relaciones
sexuales sin deseo, pero no es igual.
¿Se debe tener relaciones sexuales obligadas en el deber?
¿Se debe tener relaciones sexuales obligadas en el deber?
El diálogo entre las
partes, es importante para que del deseo
no pasemos al deber, la otra cara de la
misma moneda. Ahora bien, ¿el deseo es percibido de la misma forma en todos los
actores sociales? Ciertamente no. ¿Existe un deseo socialmente construido,
diferente para cada sexo? Las mujeres, igual que los hombres quieren lo mismo,
por lo menos en nuestra cultura. Deseo que me deseen. Soy deseante y deseado.
El mito falso o por lo menos anticuado sobre si la mujer quiere amor y el hombre sexo. Para ambos , la expresión erótica es un componente esencial en sus vidas, y es el deseo precisamente el que
lo regula todo. Pero puede verse disminuido e incluso perdido-(des)orientado
circunstancialmente en alguna etapa de sus vidas, afectando a la relación y
generando una crisis relacional. De hecho, la perdida de deseo en una de las
partes de la pareja es de las mayores causas de demanda, junto con la perdida
de erección del hombre. Por cierto, cada vez más jóvenes buscan asesoramiento
por estos motivos. Pero aquí el deseo es confundido con la apetencia, la
libido, las ganas; este ya es otro concepto que tiene más que ver con la
necesidad.
El deseo, aquí
conceptualizado, tiene que ver con la atracción del sujeto hacia el objeto de
deseo u orientación del deseo, que ciertamente puede ser hacia una persona de
su mismo sexo o no, pudiendo cambiar a lo largo de la vida. Luego, es un
concepto multivoco, con sus modos, matices y peculiaridades. Pero sería
interesante conocer cómo afectaría además, a cada cultura y a cada entorno
social; cómo es vivido y percibido por
los propios actores sociales y como lo expresan según edad, capital educativo,
social, económico, político y simbólico. Como los grandes estructurantes, y que
a veces trascienden lo puramente individual, aunque lógicamente quedan
interiorizados por influencias socioculturales. ¿Podríamos confundir
orientación del deseo con la orientación sexual? ¿Hablamos de la misma cosa? En
este contexto, ciertamente sí; otra cosa bien diferente y que solemos
confundir es -la identidad sexual. Mientras ésta tiene que ver con la
conciencia del sexo al que perteneces y te sientes identificado, siempre con
relación a los otros, la primera y segunda pertenecen al plano inconsciente.
Pero, ¿se puede tratar el deseo, y desde que campo disciplinar? ¿Qué enfoque
debe darse para abordarlo desde el saber
experto? Esta es la complicada cuestión.
Si el deseo es
conceptualizado como suelen hacerlo la mayoría, y no olvidemos que el lenguaje lo crean los propios hablantes, el cual adquiere significados distintos según el contexto. Es complejo,
repito, y al final caemos en la polisemia del deseo. Este entendido como
libido, ganas, es tratable desde varios enfoques. Por ejemplo, el empleo exclusivo de
fármacos para medicalizar la pérdida de deseo, es no querer ver más allá, por
lo que el asunto es más complejo y trasciende la pura y simple genitalidad, porque no olvidemos que el deseo es la clave en la atracción de los sexos. Por eso Helen Singer Kaplan: le daría tanta importancia, colocando en primer plano el deseo como motor de arranque de las demás respuestas sexuales.
Pero es más, el deseo tiene que ver con el amor y por supuesto, con la felicidad.
Y como penúltima reflexiónPero ¿si el concepto de amor es tan diferente para cada uno de nosotros? Si hoy el amor romántico ha pasado de moda, como dice Anthony Giddens: ha sido sustituido por el amor confluente, otro tipo de amor donde lo sexual (las relaciones sexuales) "han quedado en el núcleo de la relación conyugal", ahora si entiendo porqué el concepto de deseo es tan polisemico. O tal vez siga con mis dudas.
Pero es más, el deseo tiene que ver con el amor y por supuesto, con la felicidad.
Y como penúltima reflexiónPero ¿si el concepto de amor es tan diferente para cada uno de nosotros? Si hoy el amor romántico ha pasado de moda, como dice Anthony Giddens: ha sido sustituido por el amor confluente, otro tipo de amor donde lo sexual (las relaciones sexuales) "han quedado en el núcleo de la relación conyugal", ahora si entiendo porqué el concepto de deseo es tan polisemico. O tal vez siga con mis dudas.
Francis Montoro