lunes, 29 de septiembre de 2014

CUANDO EL AMOR ENTRA EN DECLIVE EL DESEO ES LA CLAVE

Antes de nada es necesario conceptualizar el deseo, pues suele confundirse con otras acepciones: libido (Freud,Jung), como energía pulsional apetitiva; pero es frecuente confundir deseo con apetito sexual, excitación o ganas de mantener relaciones sexuales.El deseo se refiere al campo en el cual gravitan los sujetos que se atraen, buscan y encuentran. Deseante y deseado (deseador), y ambos configuran su peculiar forma de interaccionar eróticamente.

Conceptualizar el deseo, como inicio, detonante de todo el proceso en la respuesta sexual; sería el soporte de la sexualidad individual y que dará pie a la interacción erótica. Un verdadero catalizador del proceso. Si tengo hambre como; sin sueño no duermo; sin deseo no hay ganas de interaccionar eróticamente porque no hay atracción hacia el otro, pero eso no impide que el encuentro sexual se produzca. Puedo comer sin tener hambre como  tener relaciones sexuales sin deseo, pero no es igual. 

¿Se debe tener relaciones sexuales obligadas en el deber?

El diálogo entre las partes,  es importante para que del deseo no pasemos al  deber, la otra cara de la misma moneda. Ahora bien, ¿el deseo es percibido de la misma forma en todos los actores sociales? Ciertamente no. ¿Existe un deseo socialmente construido, diferente para cada sexo? Las mujeres, igual que los hombres quieren lo mismo, por lo menos en nuestra cultura. Deseo que me deseen. Soy deseante y deseado. El mito falso o por lo menos anticuado sobre si la mujer  quiere amor y el hombre sexo. Para ambos , la expresión erótica es un componente esencial en sus vidas, y es el deseo precisamente el que lo regula todo. Pero puede verse disminuido e incluso perdido-(des)orientado circunstancialmente en alguna etapa de sus vidas, afectando a la relación y generando una crisis relacional. De hecho, la perdida de deseo en una de las partes de la pareja es de las mayores causas de demanda, junto con la perdida de erección del hombre. Por cierto, cada vez más jóvenes buscan asesoramiento por estos motivos. Pero aquí el deseo es confundido con la apetencia, la libido, las ganas; este ya es otro concepto que tiene más que ver con la necesidad. 

El deseo, aquí conceptualizado, tiene que ver con la atracción del sujeto hacia el objeto de deseo u orientación del deseo, que ciertamente puede ser hacia una persona de su mismo sexo o no, pudiendo cambiar a lo largo de la vida. Luego, es un concepto multivoco, con sus modos, matices y peculiaridades. Pero sería interesante conocer cómo afectaría además, a cada cultura y a cada entorno social; cómo es vivido y percibido  por los propios actores sociales y como lo expresan según edad, capital educativo, social, económico, político y simbólico. Como los grandes estructurantes, y que a veces trascienden lo puramente individual, aunque lógicamente quedan interiorizados por influencias socioculturales. ¿Podríamos confundir orientación del deseo con la orientación sexual? ¿Hablamos de la misma cosa? En este contexto, ciertamente sí; otra cosa bien diferente y que solemos confundir es -la identidad sexual. Mientras ésta tiene que ver con la conciencia del sexo al que perteneces y te sientes identificado, siempre con relación a los otros, la primera y segunda pertenecen al plano inconsciente. Pero, ¿se puede tratar el deseo, y desde que campo disciplinar? ¿Qué enfoque debe darse para abordarlo desde el  saber experto? Esta es la complicada cuestión.

Si el deseo es conceptualizado como suelen hacerlo la mayoría, y no olvidemos que el lenguaje lo crean los propios hablantes, el cual adquiere significados distintos según el contexto. Es complejo, repito, y al final caemos en la polisemia del deseo. Este entendido como libido, ganas, es tratable desde varios enfoques. Por ejemplo, el empleo exclusivo de fármacos para medicalizar la pérdida de deseo, es no querer ver más allá, por lo que el asunto es más complejo y trasciende la pura y simple genitalidad, porque no olvidemos que el deseo es la clave en la atracción de los sexos. Por eso Helen  Singer Kaplan: le daría tanta importancia, colocando en primer plano el deseo como motor de arranque de las demás respuestas sexuales. 

Pero es más, el deseo tiene que ver con el amor y por supuesto, con la felicidad.

Y como penúltima reflexiónPero ¿si el concepto de amor es tan diferente para cada uno de nosotros? Si hoy el amor romántico ha pasado de moda, como dice Anthony Giddens: ha sido sustituido por el amor confluente, otro tipo de amor donde lo sexual (las relaciones sexuales) "han quedado en el núcleo de la relación conyugal", ahora si entiendo porqué el concepto de deseo es tan polisemico. O tal vez siga con mis dudas.



Francis Montoro

1 comentario:

  1. En definitiva, genitalizamos demasiado nuestra satisfacción conyugal, tal vez por imposición social de unos modelos de encuentro sexual universalizados, pero, mientras nos perdemos la posibilidad de explorar los deseos, en base a que "La totalidad es más importante que la suma de las partes"

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