SI ALGO FUNCIONA ¿POR
QUÉ QUITARLO?
El anillo
fimótico no es una simple ampliación de piel del prepucio, es una parte
extremadamente sensitiva, y que añade un extra en el placer masculino, además
de otras funciones que ayudan a favorecer el coito para la pareja.
La finalidad del prepucio es la de proteger el
glande, extremadamente sensible, igual que su homólogo en la mujer,
el capuchón del clítoris, que también lo cubre y protege.
Pero, no solo protege el glande de rozaduras y perdida
de sensibilidad al estar expuesto permanentemente, además, parece que favorece
las relaciones sexuales.
Existe mucha polémica sobre este asunto.
Una visión comprensiva desde la
Antropología
Como antropólogo, tengo que admitir el valor que me
merecen las tradiciones religiosas y/o culturales, pero, ¿cómo poder intervenir
sobre las tradiciones culturales o religiosas de las diferentes sociedades,
desde mi cultura? Este es el problema. Evitar imponer mis puntos de vista a los
Otros, hacer juicios de valor, imponer mis prenociones o prejuicios. Quien esté
circuncidado dirá que su sexualidad es mejor, y al contrario, quién no lo esté
dirá que es la suya. Habrá opiniones para todos los gustos. Preguntaba a
Fátima, 34 años, casada. doble nacionalidad (española y marroquí): " Ay qué asco, que sucio eso sin cortar. Un
hombre con eso así.....con eso es sucio y trae muchas enfermedades".
Preguntado si había conocido otros penes sin circuncidar: "No...yo...solo la de mi marido, que yo soy una mujer decente. Nuestros maridos y todos los chicos musulmanes se les quita eso"..
Preguntado si había conocido otros penes sin circuncidar: "No...yo...solo la de mi marido, que yo soy una mujer decente. Nuestros maridos y todos los chicos musulmanes se les quita eso"..
Las opiniones de los actores sociales son muy importantes,
porque a través de sus discursos nos dan ideas sobre
sus creencias. Todas las opiniones son igualmente válidas.
La sexualidad es tan subjetiva que cualquier
nueva experiencia a nivel individual invalida la regla universal.
El debate central es cómo inferir las tradiciones
rituales de las diferentes culturas sin pecar de etnocentrismo, y a la vez,
cómo hacer ver la lógica indefensión de los más débiles a aquellos que ejercen
el poder, sin judicializar en exceso y educando en la coherencia. ¿Cómo ser
coherentes, cuando el conocimiento de nosotros mismos es aún más rudimentario?
Ahora bien, es conveniente que se revisen estas
prácticas y que no se hagan sistemáticamente por rutina, por higiene o como
medida preventiva sin contar con el propietario.
¿Tiene que ver con la represión sexual?
Si los efectos del prepucio
aportan un extra en el placer sexual, es algo que aún sigue con sus misterios. Pero,
me ha llamado la atención la del famoso Dr. Peter Charles Remondino[1], a
finales en el siglo XIX, y su acalorada apología contra esta parte del cuerpo “maligna causante de todos los males”
como la culpable de la masturbación compulsiva de los jóvenes.
Yo, como
sexólogo me posiciono en contra, como antropólogo, deseo ir más allá, respetando
las otras cultura, pero no por ello, dejar de plantearme ¿cómo hacer para que
sustituyan estas prácticas por otro tipo simbólico?
[1]
No os perdáis sus teorías sobre la necesidad de circuncidar a los niños para
que no se condenen en prácticas masturbatorias.