domingo, 29 de marzo de 2015

EL PREPUCIO, ESE PELLEJITO TONTO O NO TAN TONTO

SI ALGO FUNCIONA ¿POR QUÉ QUITARLO?

El anillo fimótico no es una simple ampliación de piel del prepucio, es una parte extremadamente sensitiva, y que añade un extra en el placer masculino, además de otras funciones que ayudan a favorecer el coito para la pareja.
La finalidad del prepucio es la de proteger el glande,  extremadamente sensible,  igual que su homólogo en la mujer, el capuchón del clítoris, que  también lo cubre y protege.
Pero, no solo protege el glande de rozaduras y perdida de sensibilidad al estar expuesto permanentemente, además, parece que favorece las relaciones sexuales.
Existe mucha polémica sobre este asunto.

Una visión comprensiva desde la Antropología
Como antropólogo, tengo que admitir el valor que me merecen las tradiciones religiosas y/o culturales, pero, ¿cómo poder intervenir sobre las tradiciones culturales o religiosas de las diferentes sociedades, desde mi cultura? Este es el problema. Evitar imponer mis puntos de vista a los Otros, hacer juicios de valor, imponer mis prenociones o prejuicios. Quien esté circuncidado dirá que su sexualidad es mejor, y al contrario, quién no lo esté dirá que es la suya. Habrá opiniones para todos los gustos. Preguntaba a Fátima, 34 años, casada. doble nacionalidad (española y marroquí): " Ay qué asco, que sucio eso sin cortar. Un hombre con eso así.....con eso es sucio y trae muchas enfermedades".
Preguntado si había conocido otros penes sin circuncidar: "No...yo...solo la de mi marido, que yo soy una mujer decente. Nuestros maridos y todos los chicos musulmanes se les quita eso"..

Las opiniones de los actores sociales son muy importantes, porque a través de  sus discursos nos dan ideas sobre sus  creencias. Todas las opiniones son igualmente válidas.
 La sexualidad es tan subjetiva que cualquier nueva experiencia a nivel individual  invalida la regla universal.
El debate central es cómo inferir las tradiciones rituales de las diferentes culturas sin pecar de etnocentrismo, y a la vez, cómo hacer ver la lógica indefensión de los más débiles a aquellos que ejercen el poder, sin judicializar en exceso y educando en la coherencia. ¿Cómo ser coherentes, cuando el conocimiento de nosotros mismos es aún más rudimentario?
Ahora bien, es conveniente que se revisen estas prácticas y que no se hagan sistemáticamente por rutina, por higiene o como medida preventiva sin contar con el propietario.

¿Tiene que ver con la represión sexual?

Si los efectos del prepucio aportan un extra en el placer sexual, es algo que aún sigue con sus misterios. Pero, me ha llamado la atención la del famoso Dr. Peter Charles Remondino[1], a finales en el siglo XIX, y su acalorada apología contra esta parte del cuerpo “maligna causante de todos los males” como la culpable de la masturbación compulsiva de los jóvenes.
Yo, como sexólogo me posiciono en contra, como antropólogo, deseo ir más allá, respetando las otras cultura, pero no por ello, dejar de plantearme ¿cómo hacer para que sustituyan estas prácticas por otro tipo simbólico?



[1] No os perdáis sus teorías sobre la necesidad de circuncidar a los niños para que no se condenen en prácticas masturbatorias.